Este pueblo de aguas termales y termas romanas, al lado de Mérida, es uno de los Patrimonios de la Humanidad más desconocidos de España

Este pequeño pueblo, casi discreto, esconde un legado histórico y natural impresionante

Alange Badajoz Pueblo
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En España, cuando se habla de aguas termales, balnearios o termalismo, la imagen que suele venir a la mente es la de paisajes de montaña, valles escondidos entre picos verdes o zonas del norte donde el agua caliente brota entre la niebla. Es normal. En lugares como Ourense, La Rioja o los Pirineos, el termalismo forma parte del paisaje y de la tradición.

Sin embargo, lo interesante es que este tipo de recursos no están limitados únicamente a esas zonas. También existen en otras regiones menos esperadas, más llanas, más secas, incluso más calurosas. Y precisamente ahí es donde aparece una joya insólita: Alange, en la provincia de Badajoz, a escasos veinte minutos de Mérida. Un pueblo pequeño, casi discreto, que esconde un legado histórico y natural impresionante.

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Alange no es un lugar que uno asocie de inmediato con aguas termales. Está en el corazón de Extremadura, una región más famosa por su historia romana, su naturaleza salvaje o sus pueblos de arquitectura tradicional.

Pero lo cierto es que este pueblo tiene un vínculo con el termalismo que se remonta nada menos que a la época del Imperio romano. Lo curioso es que ese vínculo no solo ha perdurado, sino que hoy forma parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO, como una extensión del conjunto arqueológico de Mérida, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1993.

Lo que hace especial a Alange es, sin duda, su balneario histórico. Situado a los pies de una colina, justo donde brotan las aguas mineromedicinales, este lugar lleva siglos ofreciendo salud y descanso. Los romanos construyeron aquí unas termas, de las que aún se conservan partes originales, como dos impresionantes piscinas de mármol cubiertas con bóvedas.

No son simples restos arqueológicos. Siguen en uso. Es decir, uno puede bañarse hoy en el mismo espacio en el que hace casi dos mil años se sumergían los ciudadanos romanos en busca de bienestar. Las aguas, ricas en sulfatos, bicarbonatos y calcio, emergen a temperaturas que rondan los 28 grados y están especialmente indicadas para tratar dolencias respiratorias, musculares y reumáticas.

Más allá de su historia termal, Alange ofrece mucho que ver y que hacer. El propio balneario es un espacio de visita obligada, incluso si no se desea recibir tratamientos. Su arquitectura neoclásica, que se añadió en el siglo XIX, se integra con las estructuras romanas y crea un ambiente de tranquilidad y belleza que invita a la contemplación. En los alrededores del pueblo, se encuentra el embalse de Alange, un gran lago artificial ideal para actividades como el piragüismo, la pesca o simplemente para dar un paseo al atardecer.

Una visita interesante es la subida al castillo de Alange, en lo alto de un cerro que domina el valle. Aunque hoy queda en pie solo parte de la estructura, las vistas desde allí son espectaculares. Se pueden ver los campos de cultivo, el embalse y, en días claros, incluso la silueta lejana de Mérida. También es un buen lugar para entender cómo esta región fue siempre un cruce de caminos, no solo en la época romana, sino también en la Edad Media.

Dentro del propio pueblo, hay que detenerse en la iglesia de Nuestra Señora de los Milagros, un edificio del siglo XVI con una mezcla de estilos que reflejan las distintas etapas históricas de la zona. Y, por supuesto, es fundamental disfrutar de la gastronomía local, con platos típicos de la cocina extremeña como las migas, el cordero asado o el queso de oveja curado.

Alange se puede visitar durante todo el año, pero los mejores momentos para hacerlo son la primavera y el otoño. El clima en verano puede ser bastante caluroso, aunque las actividades acuáticas en el embalse ayudan a sobrellevarlo. En invierno, en cambio, la experiencia del balneario adquiere un encanto especial. Las aguas termales se disfrutan aún más cuando la temperatura exterior baja, y el ambiente tranquilo del pueblo invita al descanso.

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